"Cuando ya no te regala nada. Cuando ya
no le interesa tener una foto con vos. Cuando las peleas son diarias
y se convierten en rutina... y peor, cuando te acostumbras a esas
peleas. Cuando te acostumbras a que no te alague, a que no te adorne
con detalles cariñosos, a que no te bese. Cuando te acostumbras a
pasar horas sin hablarse mientras respiran el mismo aire. Cuando te
acostumbras a ser infeliz por hacerlo feliz a él, sin saber que él
es infeliz por lo mismo.
Cuando no comen juntos porque no se
pusieron de acuerdo en qué comer. Cuando duermen espalda con
espalda. Cuando se levantan y no existe el buen día. Cuando se
pelean porque sólo alcanza para una taza de café. Cuando una
compañera de trabajo se transforma en la amante más odiosa... y
peor, es que tu pareja no sepa ni su nombre. Cuando ya no es sólo
una compañera, sino cualquier mina que pasa por al lado de él.
Y no es que no confíes en ellas, sino que, lo peor, es que no
confiás en él.
Cuando ya no se digan lo mucho que se
quieren... perdón, pero
Hay que saber cuando parar."
Y me fui de su casa, de mi casa, de
nuestra casa. De las cuatro paredes que pintamos con tanto amor. Y le
dejé esta carta, que es lo único que queda de mí. Le dejé mi vida
entera. Porque cuando la persona que más amé en mi vida no me
demuestra que existe algo, que existen ganas, que se puede seguir,
entonces... no valgo más que un pedazo de papel... Si, un pedazo de
papel.
Aunque parezca una locura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario